La Dehesa

Modelo de desarrollo sostenible con gran valor
donde hombre y naturaleza conviven en simbiosis perfecta.

Quizás hayas oído hablar de la dehesa, incluso hayas estado en una o vivas en ella, como nosotros. Pero quizás no sepas cuán importante es y cómo conservarla y disfrutarla.

En este artículo te presentamos esta maravilla de la naturaleza que, después de leerlo, querrás visitar.

Hoy hablamos de:

¿Qué es una dehesa?

Es difícil encontrar una completa definición de la dehesa pues ésta tiene muchos matices y facetas. “Dehesa” designa un ecosistema, un hábitat, un agrosistema, un paisaje y una unidad productiva o explotación.

A lo largo de los años se ha utilizado para significar coto (de conejo, de venado e incluso dehesas de pescado) y acotamiento (de aguas, leña, carbón y, más generalmente, acotamiento de pastos).

El significado actual más extendido la identifica con un sistema de uso múltiple agrosilvopastoral que da lugar a un paisaje característico.

En estos significantes está implícita la figura humana y es que la labor del hombre ha sido y es esencial para su existencia, lo veremos más adelante.

Además podemos contemplarla desde distintos ámbitos: el ganadero, el ecológico, el recreativo y el cinegético.

Desde la perspectiva de su vegetación forestal

La dehesa es un paisaje abierto de matorrales y pastos herbáceos, salpicado de árboles dispersos del género Quercus (encinas, alcornoques, robles y quejigos mayoritariamente, cuyos frutos son las preciadas bellotas).

También son dehesas las parcelas con masas densas de matorral sin arbolado, los pequeños bosquetes de ribera en los cauces, los montes densos de alcornocal, los pinares, los campos de cultivo o las huertas.

Ante esta diversidad, muchas veces se habla de paisaje adehesado o formaciones adehesadas. Lo más habitual es que en ellas predomine una única especie, hablando entonces de dehesas de encina, alcornoque o acebuche, o incluso de dehesas de quejigo, de pino piñonero o cornicabra. En algunas formaciones adehesadas se ha favorecido la presencia de dos especies (como la encina y el alcornoque), lo que aumenta las posibilidades productivas y los nichos biológicos.

Desde la perspectiva económica y ambiental

Entre tanta heterogeniedad encontramos un homogéneo consenso. La dehesa en su gestión extensiva alcanza el rango de modelo de relación del ser humano con la naturaleza y aporta mucho a la sociedad: la producción de bienes de mercado, el paisaje, la biodiversidad, la captura de carbono o la aportación de agua se sitúan en niveles muy apreciables, mayores que los que se obtendrían si atendiésemos a cada uno de ellos por separado.

De hecho, debido a este gran valor ecológico, económico y social y a las amenazas que la acechan, buena parte de esa superficie cuenta con algún grado de protección, y se la considera Parque Natural, Parque Nacional, Reserva de la Biosfera, zona ZEPA, LIC, Red Natura, Zona Starlight o Geoparque. La dehesa es considerada por la Unión Europea como hábitat de interés comunitario y como Sistema de Alto Valor Natural e incluso ahora plantean su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.

¿Sabías que..?

Los Sistemas de Alto Valor Natural son zonas productivas agrícolas, ganaderas o forestales, tradicionalmente sometidas a usos y prácticas de gestión extensiva o de baja intensidad (como prados y pastos con rebaños), que son soporte de hábitats naturales y especies silvestres de alto valor de conservación.

Dehesas por el Mundo

La dehesa es un ecosistema único en el mundo y la mayor infraestructura verde de Europa. Está presente en los países del sur de Europa, con especial peso en la península Ibérica. Quizás estos datos te sorprendan, pero has leído bien. Sí, es un ecosistema único en el mundo, no lo encontrarás en ningún otro lugar de la Tierra y, sí, está al lado de tu casa.

Se extiende por más de 4 millones de hectáreas en España (representa el 27% de la superficie su bosque, siendo Extremadura la región con mayor superficie -casi un millón y medio de ha.-) y alrededor de un millón en Portugal.

Que sea la mayor infraestructura verde del sur de Europa nos muestra su potencia como superficie interconectada: un espacio en donde los elementos de la vida natural se desenvuelven con una menor incertidumbre.

Hemos dicho que en la dehesa es esencial la figura humana y es que no es un paisaje ni un hábitat silvestre: depende de la mano del hombre y su explotación (agro-ganadera, cinegética…).

La dehesa es un ecosistema único en el mundo y la mayor infraestructura verde de Europa. Está presente en los países del sur de Europa, con especial peso en la península Ibérica.

Quizás estos datos te sorprendan, pero has leído bien. Sí, es un ecosistema único en el mundo, no lo encontrarás en ningún otro lugar de la Tierra y, sí, está al lado de tu casa.

 

Se extiende por más de 4 millones de hectáreas en España (representa el 27% de la superficie su bosque, siendo Extremadura la región con mayor superficie -casi un millón y medio de ha.-) y alrededor de un millón en Portugal.

Que sea la mayor infraestructura verde del sur de Europa nos muestra su potencia como superficie interconectada: un espacio en donde los elementos de la vida natural se desenvuelven con una menor incertidumbre.

¿Cómo nace la Dehesa?

Es necesario hacernos otra pregunta antes: ¿para qué se crea una dehesa?

La dehesa se crea para aprovechar mejor los recursos. La dehesa es el resultado de prácticas culturales milenarias como el uso del fuego, las talas, las podas, las siegas, el pastoreo o el laboreo por hojas (labrado, rotación de cultivos, etc).

Y ahora, ¿cómo nace la Dehesa?

La dehesa originalmente nace del aclarado del bosque mediterráneo para la optimización de los recursos. ¿En qué consistió este trabajo de aclarado?

  • Eliminación de los árboles menos productivos y parte del matorral. Así la luz llega al suelo y pueden crecer pastos o cultivos que sirven de sustento al ganado. Éste, en su labor de pastoreo extensivo, mantiene la fisionomía, biodiversidad y valor de la dehesa.
  • Mantenimiento del árbol productivo. Es el elemento central que, además, produce un alimento fundamental para los productos ganaderos de calidad: la bellota.
  • Respeto del estrato arbustivo al menos en las zonas de laderas y taludes con dos fines; evitar la erosión del suelo y disponer de monte que ofrezca néctar, posibilitando biodiversidad y explotaciones de apicultura.

Con el paso del tiempo, una vez asentado este modelo de bosque aclarado, se pudo replicar mediante otras fórmulas, como el acotamiento de terrenos desarbolados para favorecer la regeneración natural del arbolado o pastos o a través de la plantación o el semillado específicamente orientado a obtener dehesas.

Cuidados continuos

La dehesa necesita cuidados continuos. La naturaleza está en continuo cambio y por ello, mantener este ecosistema requiere de labores como la recolección de bellotas usando técnicas tradicionales como el vareo con zanga, la vigilancia de la extensión de la enfermedad de “la seca”, el cuidado y mejora del pastizal con resiembra de especies autóctonas, la limpieza del encinar (poda sanitaria) y el control de la carga ganadera.

Un saber y arte centenarios. Gestionar una dehesa se parece más a dirigir una orquesta que a dar un concierto por parte de un único instrumentista: una diferencia muy notable entre este sistema agrosilvopastoral de carácter mixto y multifuncional y otras dedicaciones productivas agrícolas o ganaderas.

Aunque pudiera parecer un proceso relativamente sencillo, la configuración de una dehesa requiere de amplios conocimientos y dedicación, pues su estado depende de alcanzar un equilibrio armonioso entre todos los elementos implicados.

Este saber, ¿cuándo empieza a generarse? ¿Desde cuándo se atesora? Lo descubrirás a continuación.

La dehesa en la historia

Todo lo que no se transmite a conciencia se pierde en el paso de una generación a otra. Lo que existió durante siglos desaparece en el curso de unos pocos años.

Todo lo que era sólido (Antonio Muñoz Molina, 2013)

Modificaciones prehistóricas. En términos generales, la evolución de la dehesa camina de forma paralela a la historia de la Península Ibérica, pues se ha identificado que hace ya más de 3.500 años, en el Neolítico, surgen las primeras grandes modificaciones del monte mediterráneo.

 

Aprovechamiento agroganadero. Posiblemente fuera durante el periodo romano cuando se consolidaron modelos de aprovechamiento agroganadero a través de grandes extensiones de territorio.

 

Modelo de gestión silvopastoral. Posteriormente, en la etapa entre la Reconquista de la Península Ibérica (s. VIII-XV) y el s. XVIII se configura la dehesa y se consolida como modelo de gestión silvopastoral. En los territorios meridionales poco poblados entre el Duero y el Guadiana se fueron transformando sus montes en zonas de pastos con dos funcionalidades: ocupación del territorio y alimento de ovejas merinas (cuya lana contribuía de forma decisiva a la riqueza nacional) y caballos de guerra.

 

Es precisamente el éxito de esta transformación de terrenos la que motiva las primeras disputas por el uso de estos pastos, especialmente entre las cabañas trashumantes mesteñas (que querían un uso común donde su ganado pudiera alimentarse) y las cabañas locales (que defendían su uso para su ganado).

Transformación para la alimentación humana y esplendor. El aumento de población que se produjo especialmente a partir del siglo XVII, impulsó la conversión de los terrenos más fértiles a cultivos para el alimento humano, conversión que se acelera entre los siglos XVIII y XIX a raíz de las desamortizaciones, el decaimiento de la Mesta, la protección e impulso del cereal, el avance del cultivo del olivo y las innovaciones agrícolas; creándose nuevas dehesas y a destinándose a uso agrícola las ya existentes.

A partir de esta etapa entramos en el periodo de Oro de la dehesa (mediados s. XIX – mitad s. XX) cuando se diversifica la producción y aumenta la superficie adehesada.  Los nuevos propietarios, para aumentar la rentabilidad, optaron en muchas ocasiones por ahuecar el bosque mediterráneo y favorecer los pastos.

¿Sabías que..?

La palabra dehesa proviene del latín «defensa», que significa tanto “defendida” como “prohibida” y es el participio del verbo “defenderé” (compuesto por  –separación, alejamiento- y “fendere” –pelear, golpear-). Palabras como defender, ofender, ofensa e indefenso se originan en estos verbos  y su raíz se vincula a “gwhen”, raíz indoeuropea que significa golpear, luchar y pelear.

Esta palabra derivó por la caída de la n ante la s (en castellano antiguo la forma es “defesa”) y la posterior aspiración de la f intervocálica en el s. XIV, cuando aparece dehesa que convive un tiempo aún con defesa. Esta f latina pasa a v utilizando la palabra “devesa” en occitano, catalán, gallego y portugués (donde se alterna con dehesa si bien utilizan “montado” para referirse a la dehesa).

Crisis y resurgimiento. Los cambios sociales acaecidos a partir de los años 50 del siglo XX, con un acusadísimo éxodo rural, la mecanización de las actividades agroganaderas y el cambio de las circunstancias económicas y sociales españolas, pasando de una economía fundamentalmente agraria a una economía industrial y del sector servicios, se tradujeron en la dehesa en un periodo de profunda crisis, produciendo una situación casi de declive, envejecida y seriamente amenazada.

En los 80 la integración de España en la Unión Europea revitaliza las dehesas articulando reconocimientos y ayudas que pendiendo de un hilo y gracias a la pasión de propietarios y gestores, permiten su mantenimiento. Confiamos en que, además, con el apoyo social de una ciudadanía cada vez más concienciada, la dehesa y quienes la mantienen continúen esta historia de riqueza para la humanidad.

La importancia de la dehesa

La dehesa ha supuesto históricamente una solución de compromiso entre producción y conservación, cubriendo las necesidades humanas (empleo y productos sostenibles de calidad), generando servicios ecosistémicos, un auténtico legado de cultura, tradiciones y paisajes y biodiversidad.

 

Sumerjámonos en cada joya que nos regala la dehesa.

Fuente Adena. WWF España. “Dehesas para el futuro”, pág. 3. 2014 http://awsassets.wwf.es

Producción

La dehesa genera riqueza desde distintas actividades económicas:

  • Ganadería. Constituyen la base económica de la mayor parte de las explotaciones. El ganado se cría en régimen extensivo aprovechando los pastos y previniendo incendios.
  • Agricultura de autoabastecimiento. Dada la baja calidad de los suelos en una buena parte de estos territorios, la agricultura desarrollada no es, en líneas generales, de altos rendimientos. Su objetivo es el autoabastecimiento de materias primas para la alimentación animal con varias especies de leguminosas y forrajeras, además de pequeñas producciones de girasol o trigos duros.). Esta actividad ayuda a controlar la invasión del matorral y, con ello, favorece igualmente la prevención de incendios.
  • Uso Forestal. La explotación del arbolado permite la obtención de múltiples productos forestales como el corcho, el ramón, la bellota, la leña o el carbón vegetal.
  • Apicultura
  • Cinegética.
  • Este sistema de explotación permite otros aprovechamientos directos como la recolección de setas, espárragos u otros frutos como las moras.
  • La naturaleza, bella y en estado puro, el tempo de la vida rural, su gastronomía y arquitectura y la oferta de actividades posibles, hacen de la Dehesa un destino turístico que, quien la prueba, repite. Ofrece un paisaje que invita al sosiego, a dejarte llevar demorando el tiempo bajo la copa de una encina. Si sientes curiosidad naturalista encontrarás cuando hablemos de su biodiversidad cuánto te ofrece. Si te va la acción, tienes actividades de todo tipo (senderismo, rutas en bici o a caballo, observación de aves, pesca, caza, un simple y tranquilo paseo…). Esta dehesa contemplativa y activa, que llama a disfrutar de su armonía y de todos sus componentes de vida, es posible gracias a la dehesa productiva, la que es mantenida tal y como es por sus propietarios y gestores.
  • Los anteriores usos simbióticos de la dehesa permiten la conservación de legados socioculturales y activa otros subsectores económicos (comercialización y distribución, artesanía, gastronomía…).

 

Servicios ecosistémicos

Engloban los productos y servicios que no tienen una contraprestación monetaria directa. En este sentido, la dehesa tiene una importante contribución a la sociedad:

        almacena carbono en su suelo y en los árboles que la conforman,

        aporta agua que podrá tener por destino los embalses que nos abastecen,

        introduce discontinuidades en el territorio, lo que ayuda a reducir el riesgo de grandes incendios,

        frena la desertificación,

        posibilita la polinización de los cultivos,

        permite la fertilidad de los suelos,

        previene inundaciones,

        controla la erosión y las plagas,

      evita la matorralización fenómeno por el cual la flora se desborda, y acaba multiplicándose exponencialmente el peligro de incendio gracias a las labores de poda, recolección y al pastoreo de vacas, ovejas, caballos, etc,

        da hogar a una diversa y rica flora y fauna salvaje.

Paisajes, cultura y tradiciones

Arquitectura singular. El ser humano no sólo participa de forma decisiva en la formación y mantenimiento de la dehesa, sino que sus actividades culturales y productivas salpican el paisaje adehesado con elementos singulares como las cabañas de ganado, que dan color a los espacios abiertos, u otros elementos arquitectónicos característicos como chozos, zahúrdas, eras, corrales, cortijos, cuadras y pajares, casas rurales y ermitas, entre muchos otros elementos del rico patrimonio cultural que humanizan la dehesa y que, gracias al uso de materiales de construcción propios del entorno, están sabiamente integrados en el paisaje.

 

Un paisaje en cambio constante. La flora –y por ende la fauna- cambia al son de las estaciones ofreciendo una gran diversidad estructural y cromática que enriquece la dehesa como paisaje.

En primavera se extiende una alfombra de color. Las siembras (de avena, trigo o centeno en nuestra zona) y el herbazal, salpicados de margaritas, amapolas… están en todo su esplendor. La lavanda, amapola, el tomillo, el romero, la oreja de liebre o el matagallo bordean los caminos e inundan los campos bajo la melodía de las abejas, en su danza polinizadora y recolectora con dulce final. La flor de la jara, el majuelo, el lentisco o la candelilla –término local para la flor de la encina- elevan, de flor en flor, nuestra mirada hasta el cielo donde se alterna –a veces en cuestión de minutos- Sol, nubes y lluvia. Agua que nutre charcas, arroyos y cunetas y que, con el Sol, generan vida.

Los animales tienen sus crías, que alimentan y cobijan en el sinfín de posibilidades de abrigo de este variado paisaje. Familias de perdices desfilan por los caminos, liebres saltarinas saludan en zigzag al atardecer, ranas regalan conciertos al anochecer y chapotean en su entrada a la charca donde se encuentran con renacuajos, tritones, culebras de agua, galápagos, patos… llenando de vida animal la dehesa.

Avanzada la primavera, solitarios tractores acompañados de sus fieles perros pastores transforman este tapiz en campos segados, inundados, con suerte, de regueros de miesa (“filas” de heno recién cortado y ordenado en hileras –hilerado-) que se convertirán en “pacas” -bolas y bloques de heno- que en cuestión de días darán la bienvenida al escenario estival.

Dorado, terroso, bucólico. Las pacas, que se guardan como complemento y aporte principal en periodo de escasez de pastos, se sustituyen por ganado, que dará cuenta de la “rastrojera” y alegrará la mirada del paseante, ciclista, jinete y, por supuesto, del ganadero (cuya mirada se dice engorda al animal). Es época de culebras, lagartos, escorpiones al Sol… y días de atardeceres de sabana.

Tempranas lluvias de finales de agosto anuncian el fin del verano y dan el pistoletazo de salida a los tractores que despiden al verano y ultiman la labor para la siembra de invierno. El dorado de los pastos sin comer y el marrón claro de la tierra que ha sido plato del ganado, ceden el turno al marrón oscuro, al rojo de la tierra “espantá”; el sustrato suelto, hidratado y esponjoso, que cobijará la nueva semilla. Tractores de nuevo acompañados de su perro y, ahora también, de cigüeñas ojo avizor de alimento. Una suave orquesta aérea detiene nuestras labores de poda, confirman que estamos en otoño. Son las grullas, volando en V. Patilargas y elegantes, nos visitan buscando templadas temperaturas. Con suerte las lluvias colorean el campo de verde y vacas, cerdos, ovejas, cabras, caballos… disfrutan de una variedad de hierbas,- menos coloridas que las de primavera, pero suculentas sin duda- y de la joya de la dehesa que luego harán nuestras delicias al paladar: las bellotas.

Se suceden los días y acaece el invierno instalando su niebla, telón gris que invita al recogimiento, a paseos en silencio a pie o, con la fortuna del tiempo libre, a lomos de un rocinante entre árboles cuyas siluetas se alzan cual gigantes. Sublimes amaneceres saludan a los diamantes de la verde alfombra. Cauces, charcas y pozos se surten. El día transcurre rápido, corto. Hace unos años, nosotros nos recogíamos pronto, momento de chimenea, leer, nutrir nuestros lazos. Ahora José suelda, ante la falta de relevo generacional del herrero; tardes-noches para construir pajeras, arreglar otras, construir aperos y poner a punto un sinfín de herramientas que hacen cortas esas horas de temprana noche, preparándose para el trabajo de primavera.

Y siempre, cada día, bajo la atenta mirada del águila, el buitre, los rabilargos, la lechuza/búho y también el corzo, ciervo, venado, jabalí, la liebre y conejos, en acechante vigilancia del zorro, el meloncillo, la garduña o la jineta que tientan fauna salvaje y doméstica; ocas, gallos y gallinas de huertas y casas rurales.

Un paisaje en cambio constante que recuerda que, bajo una mirada curiosa, ningún día es igual y que nos trae entretenidos y gozosos, una y otra vez, a la dehesa.

Así es, en concreto, nuestro hogar y el de nuestras reses y éstas son las principales labores de nuestro año.

Este paisaje único, de singular belleza, que conserva un alto grado de naturalidad en el contexto de un aprovechamiento largamente sostenido y sostenible, es sólo uno de los paisajes posibles. Como hemos dicho, la dehesa presenta una variada fisionomía y vida, veamos qué otra biodiversidad podemos en ella encontrar.

Biodiversidad de la Dehesa

La importancia de la dehesa desde el punto de vista medioambiental ha sido ampliamente reconocida. La dehesa alberga numerosos hábitats: bosques, prados soleados, valles sombríos con arroyos, formaciones rocosas, calmadas aguas, etc, se ofrecen para que multitud de seres vivos se asienten.

En las dehesas pueden encontrarse en torno a 60 especies de aves nidificantes, más de 20 mamíferos y otras tantas de reptiles y anfibios, algunas de ellas especies en peligro de extinción como el lince, o el águila imperial. Pero esta diversidad en fauna no es comparable con la existente en los pastizales de dehesa, donde la biodiversidad existente sólo es comparable con áreas tropicales de la selva costarricense; en un metro cuadrado se cuentan hasta 40 especies distintas de herbáceas y en una parcela de 0.1 ha se pueden encontrar hasta 135 especies de plantas.

¿Sabías que..?

La biodiversidad de la Dehesa es tal que a la dehesa se sitúa entre los 25 “hotspot” de biodiversidad? (puntos calientes de biodiversidad del planeta) Este reconocimiento nos da una idea del valor ecológico de este entorno.

¿Por qué alberga tal biodiversidad?

Confluyen distintos factores:

  1. Su eterogeneidad vertical y horizontal. La presencia de varios estratos de vegetación –arbóreo, arbustivo, herbáceo- permite una flora y fauna asociada distinta en cada caso.
  2. Las cadenas y redes tróficas. Los organismos que componen el ecosistema de dehesa se organizan en una secuencia alimenticia compuesta por componentes ganaderos y no ganaderos
  3. Gracias a las propias características de la gestión, en un área relativamente pequeña pueden coincidir zonas con diferente densidad de arbolado, manchas de matorral más o menos espeso, pequeñas vaguadas y terrenos de labranza.
  4. Las características del arbolado también influyen: sus huecos e irregularidades dan cobijo a abundante fauna invertebrada, a aves como el cárabo, el pito real, herrerillo, y a reptiles cono el lagarto ocelado y la culebra bastarda. La estructura abierta del arbolado favorece a ciertas comunidades dada la abundancia de presas y su accesibilidad, especialmente a las rapaces como el águila imperial, el águila calzada y el milano real. También favorece a las carroñeras como el buitre negro o el buitre leonado.
  5. La extensión de las dehesas en áreas más o menos continuas (recuerda que es la mayor infraestructura verde del sur de Europa) es un factor relevante pues evita la fragmentación de los hábitats, lo que favorece a las poblaciones animales, especialmente a los predadores y a la fauna de tamaño medio y grande.
  6. Las variadas condiciones de iluminación y humedad y la frecuencia de pastoreo, que determina la heterogeneidad del pastizal.

 

Todo esto se traduce en una importante diversidad de nichos.

Red trófica del ecosistema de la Dehesa

Fuente: https://cienciasnaturales.es/dehesa.html de José Antonio Borreguero Rolo

Fauna

Gracias a la estructura desigual de la vegetación, con árboles dispersos y un estrato herbáceo y arbustivo muy diverso, la dehesa es capaz de albergar una amplia variedad de especies animales, tanto domésticas como silvestres.

Ganado

La ganadería es un recurso plenamente integrado en la gestión de la dehesa, de manera que una no se entiende sin la otra en el contexto de una gestión sostenible.

El ganado que habitualmente encontramos en la dehesa está constituido por varias especies como ovino, vacuno, caprino, porcino y equino, siendo frecuente la presencia de varias de ellas en la misma explotación.

El ovino es la que mejor se adapta a la dehesa, siendo la raza Merina la más representativa, aunque también resulta frecuente el empleo de otras como la Manchega, la Castellana o la Talaverana. Actualmente en el ovino orientado a producción de carne son cada vez más frecuentes las razas Merino precoz, Île de France, Fleischschaf o Landschaf.

El cerdo ibérico es la especie más emblemática, siendo habitual su cruce comercial con la raza Duroc Jersey.

El vacuno lo conforman animales rústicos, principalmente de razas autóctonas como AvileñaNegra Ibérica, Morucha, Retinta, Lidia, Berrenda en colorado y Berrenda en negro. No obstante, es habitual el cruce de estas razas con otras de mayor aptitud cárnica y precocidad como Limousine o Charolais.

El caprino es relativamente escaso y se asocia a zonas con mayor presencia de matorral. Las razas más habituales son la Verata, Retinta y Serrana, además de la Florida y Malagueña con especial importancia en Andalucía.

De forma esporádica podemos encontrar pastando en la dehesa al caballo español (aunque nuestro Delirio es por el caballo árabe) y al burro andaluz.

¿Sabías que..?

Fruto de este binomio inseparable, hemos heredado multitud de términos y costumbres relacionados con el mundo ganadero y la dehesa como varear, zanga, guapero, bornizo, fusca, chusquero, borriquillo, zálamo, quintal, etc…. Todas ellas de uso cotidiano en su contexto , y muchas aceptadas por la RAE.

Fauna silvestre

En zonas de arbolado disperso, con predominancia del estrato herbáceo:

  • pueden aparecer especies propias de medios abiertos, esteparios o agrícolas, como el elanio azul (Elanus caeruleus), el triguero (Miliaria calandria), la avutarda (Otis tarda), la grulla común (Grus grus), la liebre (Lepus europaeus) o la perdiz roja (Alectoris rufa).
  • Las rapaces aprovechan la abundancia de presas junto con la posibilidad de cazar dentro de la masa abierta. Numerosas especies campean en la dehesa: entre ellas, el águila imperial (Aquila adalberti), el águila calzada (Hieraaetus pennatus), el cárabo (Strix aluco), el búho real (Bubo bubo), el milano real (Milvus milvus) y el cernícalo primilla (Falco naumanni).
  • Ocasionalmente aparecen las carroñeras, como el buitre negro (Aegypius monachus) o el buitre leonado (Gyps fulvus).

 

En zonas de transición puede observarse la abubilla (Upupa epops), el rabilargo (Cyanopica cyanus), el chochín (Troglodytes troglodytes), la paloma torcaz (Columba palumbus) o la tórtola europea (Streptopelia turtur).

Las zonas con matorral y arbolado más denso constituyen el refugio de especies de nicho arbustivo y de mamíferos de muy diverso porte, como el conejo (Oryctolagus cuniculus), gato montés (Felis silvestris), lince ibérico (Lynx pardinus), ciervo (Cervus elaphus) y jabalí (Sus scrofa), entre otros. Los árboles más altos permiten nidificar a especies como la cigüeña común (Ciconia ciconia) o la cigüeña negra (Ciconia nigra).

Asimismo, los huecos, irregularidades y heridas de los árboles, fruto de los tratamientos a los que han sido sometidos (podas, descorche…), constituyen el cobijo no sólo de numerosos invertebrados como las hormingas negras (Lasius niger), saltamontes (Oedaleus caerulescens) y diversos arácnidos, sino también de aves, como el pito real (Picus viridis), herrerillo (Parus caeruleus), de reptiles, como el lagarto ocelado (Lacerta lepida) y culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), y roedores, como el ratón de campo (Apodemus sylvaticus). Muchas de ellas encuentran también abrigo en los muros de piedra y otras infraestructuras tradicionales características de la dehesa.

Flora

Matorral. Las especies más características son en su mayoría jarales (Cistus ladanifer, C. monspeliensis y C. crispus), abundando también otras como el cantueso (Lavandula stoechas), tomillo (Thymus vulgaris), romero (Rosmarinus officinalis), aulaga (Genista scorpius) y retama amarilla (Retama sphaerocarpa). El matorral noble aparece representado por madroño (Arbutus unedo), brezos (Erica spp.), labiérnago (Phillyrea angustifolia), mirto (Myrtus communis), etc.

 

Pastizal. El pasto herbáceo constituye un importante recurso alimenticio y genético.

En los pastos de las dehesas existe un amplio mosaico de comunidades vegetales con una gran riqueza específica, superior en muchos casos a otros sistemas mucho menos intervenidos por el hombre.

Entre la vegetación herbácea encontramos diversas crucíferas como la mostaza silvestre (Sinapsis arvensis), papilonáceas como el trébol, (Trifolium pratense), gramíneas como la cebada, (Hordeum vulgare), compuestas como el cardo borriquero (Onopordon acanthium) y cardillo, (scolymus hispanicus), malváceas como la malva, (Malva sylvestris), geraniáceas como el pico de cigüeña (Erodium cicutarium), papaveráceas como la amapola (Papaver rhoeas) y umbelíferas como la chirivía (Pastinaca sativa). 

¿Sabías que..?

Los suelos de las dehesas guardan secretos que evidencian increíbles adaptaciones a la extrema variabilidad del clima mediterráneo: el banco de semillas es sorprendentemente rico en número y diversidad de especies. Un sólo metro cuadrado supera en mucho las 100.000 semillas. Según el patrón de lluvias de cada año, germinan unas especies u otras y de esa manera el pasto se adapta a las circunstancias específicas. De modo que la biodiversidad “potencial” del pasto resulta ser varias veces superior a la que podemos ver con nuestros ojos cada año.

Los cultivos en la dehesa sirven para proporcionar alimento al ganado en los momentos de bache alimenticio y controlar el grado de ocupación del matorral, aunque a veces las cosechas han estado orientadas a la alimentación humana. Los cultivos más habituales en la dehesa son los cereales (avena, trigo, triquital, cebada, centeno) y algunas leguminosas (veza, altramuz “tremosilla”), bien solos o en mezclas.

Arbolado. Los árboles del genero querqus (encinas, alcornoques, robles y quejigos) representan casi la totalidad de la masa arbórea en la Dehesa, produciendo las apreciadas bellotas.

Y esta es la Dehesa, o un poquito de ella.

Un mundo a veces desconocido u olvidado desde la ciudad, vive el día a día de manera menos estresante, con otras inquietudes y preocupaciones como las largas sequías, el gasto en piensos caros, la preocupación por “la seca” (enfermedad del árbol), la falta de rentabilidad económica, la labor diaria como el atender a partos del ganado en medio del campo, el cuidado exquisito del árbol, etc. Todo ello por amor (en algunos casos llevado al delirio) al campo, a sus animales, a su modo de vida, a su cultura y, en nuestro caso, al deseo de llevaros un trocito de todo esto en nuestros productos.

Confiamos en que ahora conozcas un poco más la Dehesa y nuestro día a día. Deseamos que disfrutes del tuyo. Hasta el próximo artículo.

Porque la vida son momentos y, algunos, podemos elegirlos.

Referencias

Costa, J.C. et al. Dehesas de Andalucía, caracterización ambiental. Conserjería de medio ambiente. Junta de Andalucía. https://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/portal_web/web/servicios/centro_de_documentacion_y_biblioteca/fondo_editorial_digital/documentos_tecnicos/dehesas_andaluzas/dehesas_andaluzas.pdf

 Guzmán, J.R. et al. (Mayo 2018). Una responsabilidad de todos en un espacio compartido. Quercus. Cuaderno 387. https://www.uco.es/investigacion/proyectos/biodehesa/wp-content/uploads/Monografico_bioDehesa_Quercus.pdf

Guzmán, J.R. et al. (Mayo 2018). Un campo de alianzas para la biodiversidad. Quercus. Cuaderno 387. https://www.uco.es/investigacion/proyectos/biodehesa/wp-content/uploads/Monografico_bioDehesa_Quercus.pdf

Hernández, L. (2014). Dehesas para el futuro. WWW/ Adena. http://awsassets.wwf.es/downloads/dehesas_savn.pdf

Life Biodehesa. Universidad de Córdoba. https://www.uco.es/biodehesa/la-dehesa/definicion-de-dehesa/

Lobato, I. y Guzmán, J.R. Las dehesas de Andalucía. Unidad didáctica de educación ambiental. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible. Junta de Andalucía. https://www.uco.es/investigacion/proyectos/biodehesa/wp-content/uploads/UnidadDidactica_Primaria.pdf

Maté. V. (2014). La dehesa, un ecosistema de leyenda. El país. https://elpais.com/sociedad/2014/01/18/actualidad/1390051452_583775.html

Observatorio dehesa montado. Conoce la dehesa. http://observatoriodehesamontado.juntaex.es/index.php?modulo=paginas&pagina=view.php&id=225&opcion_sel=0

Sánchez, A. (2018). La dehesa: historia, sostenibilidad, usos y amenazas de nuestro ecosistema más especial. Universo ibérico. https://arturosanchez.com/universo-iberico/la-dehesa-ecosistema-especial/

Varios autores: Grupo de trabajo constituido por técnicos e investigadores de las conserjerías de Agricultura y Pesca, Medio Ambiente e Innovación, Ciencia y Empresa. (2006). La dehesa, un sistema agrosilvopastoral modélico en Europa. Agromar, Nº 35. Conserjería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía.

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